Durante muchos años, la colección de rosáceas del Botánico contaba por una parte con tres especies silvestres (Rosa canina, Rosa sempervirens y Rosa pimpinellifolia) y por otra con dos rosas de tipo cultivado (Rosa grandiflora, Rosa multiflora), con notables diferencias morfológicas entre ellas. Así, en estos últimos años y como si estuviera reconstruyendo un árbol genealógico, el Botánico ha implementado este segundo grupo de rosas cultivadas para poder enlazar mejor esta evolución histórica.
Encontraremos ejemplares rastreros, arbustivos y trepadores de los grandes grupos de la historia de los rosales. Rosales antiguos como la Rosa x alba 'Máxima' con sus grandes flores color marfil y muy perfumadas (híbrido del s.XIV), pero también rosales tipo "híbrido de té", ya considerados modernos, como la primera variedad conocida de este grupo 'La France' (1867), también de flores grandes, solitarias y perfumadas pero reflorecientes y de color rosa, y ya algunos más actuales que destacan por su gran número de pétalos como el 'Pierre de Ronsard', con su encantador estilo romántico, o el 'Inés Sastre' de flores variegadas color rosa fuerte con rayas blancas.
Además de los híbridos de té, tendremos otro tipo de rosales modernos pero de tipo "floribunda", que se caracterizan por tener flores un poco más pequeñas que los anteriores que crecen en racimos y que además florecen de forma continuada otorgando una gran vistosidad a los jardines en los que se encuentran. Es el caso de variedades como 'La Sevillana', una trepadora cargada de alegres flores de color rojo, o las también trepadoras 'Happines', con sus aterciopeladas flores amarillas y las 'Sorbet Fruité' con originales flores variegadas entre el rojo y el naranja.
Pero más allá de las flores a lo largo de esta colección podremos descubrir diferentes portes, tipos y texturas de las hojas, abundancia de espinas, así como el fruto, a veces un poco olvidado pero de llamativos colores que adornarán las rosaledas en otoño, cuando no haya flor. Un espacio en el Jardín que todavía ha de crecer y desarrollarse pero que merece una visita año tras año sobre todo en primavera, antes de que el calor del verano acabe marchitando sus flores.